“Esta doctrina es
profunda, dura de ver, difícil de comprender, serena, sublime, no dentro de la
esfera de la lógica, sutil, para ser comprendida por el sabio”. (Majjhima Nikaya i 167)
El Buddha murió pero la sublime
enseñanza que él expuso durante su largo y exitoso ministerio y que sin
reservas legó a la humanidad, aún existe en su prístina pureza.
Aunque el maestro no dejó registros escritos
de sus enseñanzas, sus discípulos las preservaron en su memoria y las
transmitieron oralmente de generación en generación.
Tres meses después de la muerte del
Buddha en el octavo año del reinado del rey Ajàtasattu, 500 Arahants interesados en preservar la
pureza de la doctrina se reunieron en asamblea en Ràjagaha para recitarla. El
Venerable Ànanda Thera, el amado asistente de Buddha que tenía el privilegio
especial y el honor de escuchar los discursos de los labios del mismo Buddha y
el Venerable Upàli Thera fueron escogidos para responder las preguntas del
Dhamma (la doctrina) y el Vinaya (la disciplina) respectivamente.
Este primer concilio compiló y agrupó
en su forma actual el Tipiåaka Pali, el cual representa el cuerpo entero de las
enseñanzas del Buddha.
Los otros dos concilios[1]
de Arahants se celebraron 100 y 236
años después respectivamente, nuevamente para reafirmar la Palabra del Buddha
porque hubo intentos de distorsionar la pura enseñanza.
Alrededor del año 83 a.C., durante el
reinado del piadoso rey cingalés Vattagamani Abhaya[2],
se celebró un concilio de Arahants, y
el Tipiåaka fue escrito por primera vez en la historia del buddhismo en
Aluvihàra,[3]
Sri Lanka.
Gracias a los incansables esfuerzos de
esos nobles y visionarios Arahants,
no hay lugar para que ahora ni en el futuro críticos o estudiosos progresistas
adulteren la pura enseñanza.
El voluminoso Tipiåaka, que contiene
la esencia de la enseñanza del Buddha, se estima que es aproximadamente once
veces el tamaño de la Biblia.
El término Tipiåaka[4]
significa tres canastas. Ellas son (1) la canasta de la disciplina (Vinaya
Piåaka), (2) la canasta de los discursos (Sutta Piåaka) y (3) la canasta de la
doctrina última (Abhidhamma Piåaka).
El Vinaya Piåaka, el cual se considera
como el áncora de la Sagrada Orden, trata principalmente de las reglas y
regulaciones de la Orden de Bhikkhus (monjes) y Bhikkhunis (monjas). Por cerca
de veinte años después de la iluminación del Buddha no se hicieron reglas
diferentes para el control y disciplina del Sangha. Subsecuentemente cuando la
ocasión surgió el Buddha promulgó reglas para la futura disciplina del Sangha.
Las razones para la promulgación de la disciplina, sus diversas implicaciones y
ceremonias específicas del Sangha son profusamente descritas en el Vinaya
Piåaka. La historia del desarrollo gradual del Sàsana[5] desde su
principio, un breve relato de la vida y ministerio del Buddha y detalles de los
tres concilios constituyen otros contenidos relevantes adicionales del Vinaya
Piåaka. Indirectamente muestra información útil acerca de la historia antigua
de la India, sus costumbres, así como de las artes y ciencias antiguas.
Cuando se lee el Vinaya Piåaka uno no
puede dejar de asombrarse por la constitución democrática del Sangha, la
propiedad común de sus bienes, el excepcionalmente elevado nivel moral de los
bhikkhus y las excelentes habilidades administrativas del Buddha quien anticipó
el sistema parlamentario actual. Lord Zetland ha escrito al respecto: “Para
muchos puede ser sorprendente que hace dos mil años o más en las asambleas de
los buddhistas en la India se pueden encontrar los rudimentos de nuestra
práctica parlamenteria actual”.[6]
El Vinaya Piåaka consiste en los
siguientes cinco libros:
1.
Pàràjika
Pàøi |
Vibhaæga |
Ofensas mayores |
2.
Pàcittiya
Pàøi |
Ofensas menores |
|
3.
Mahàvagga
Pàøi |
Khandaka |
Sección mayor |
4.
Cullavagga
Pàøi |
Sección menor |
|
5.
Parivàra
Pàøi |
Epítome del Vinaya |
El Sutta Piåaka consiste principalmente en discursos instructivos
pronunciados por el Buddha en diferentes ocasiones para el Sangha y los laicos.
Se agregan unos pocos discursos pronunciados por discípulos tales como el
Venerable Sàriputta, Moggallàna y Ànanda, los cuales merecen tanta veneración
como los del Buddha mismo ya que fueron aprobados por él. La mayoría de los
discursos fueron pronunciados principalmente para el beneficio de los bhikkhus
y tratan de la vida santa y la exposición de la doctrina. Hay otros discursos
que tratan del progreso material y moral de los discípulos laicos. El Sutta
Sigàlovàda[7]
trata por ejemplo de los deberes del laico. También hay unas cuantas
interesantes pláticas dadas a niños.
Este Piåaka se puede comparar con un libro de prescripciones ya
que los discursos fueron pronunciados en diversas ocasiones para adecuarse a
los temperamentos de las diferentes personas. Ellos pueden a veces parecer
contradictorios, pero esto no debe ser mal interpretado, pues ellos fueron
pronunciados por el Buddha para adecuarse a un propósito particular; por
ejemplo ante una misma pregunta él mantendrá silencio cuando el que preguntaba
lo hacía con un actitud necia o le daba una respuesta detallada cuando sabía
que el que inquiría era un serio buscador de la verdad.
El Sutta Piåaka consiste en los siguientes cinco Nikàyas
(colecciones):
1. Dìgha Nikàya, Colección de los
Discursos Largos,
2. Majjhima Nikàya, Colección de
Discursos Medios,
3. Saçyutta Nikàya, Colección de
Discursos Afines,
4. Aæguttara Nikàya, Colección de
Discursos Graduales,
5. Khuddaka Nikàya, Colección Menor.
El Kuddaka
Nikàya se divide en quince libros:
1. Khuddaka Pàåha, Libro Menor,
2. Dhammapada, El Camino de la Verdad,
3. Udàna, Versos de Alegría,
4. Itivuttaka, Discursos,
5.
Sutta
Nipàta, Discursos Seleccionados,
6.
Vimàna
Vatthu, Historias de Mansiones Celestiales,
7.
Peta
Vatthu, Historias de Espíritus,
8.
Theragathà,
Versos de los Monjes,
9.
Therìgathà,
Versos de las Monjas,
10.
Jàtaka,
Historias de las Vidas Pasadas del Buddha,
11.
Niddesa,
Exposiciones,
12.
Paåisambhidà
Magga, Libro del Conocimiento Analítico,
13.
Apadàna,
Vidas de Arahants,
14.
Buddhavaçsa,
Crónica de los Buddhas,
15.
Cariyà
Piåaka, Canasta de los Modos de Conducta.
El Abhidhamma Piåaka, la más importante e interesante de las tres
canastas, contiene la filosofía profunda de la enseñanza del Buddha que
contrasta con la simplicidad de los discursos. El Abhidhamma, la más elevada
doctrina del Buddha, expone la quintaesencia de sus profundas enseñanzas.[8]
De acuerdo con algunos estudiosos del Abhidhamma, éste no es
producto de la enseñanza del Buddha sino una elaboración posterior hecha por
monjes estudiosos y eruditos. Sin embargo, la tradición atribuye el núcleo del
Abhidhamma al mismo Buddha.
Las màtikàs o matrices
del Abhidhamma tales como kusala dhamma
(estados sanos), akusala dhamma
(estados insanos) y abyàkata dhamma
(estados indeterminados), etc., que se han elaborado en los seis libros (Kathàvatthu[9]
excluido), fueron expuestos por el Buddha. Se asigna al Venerable Sàriputta el
honor de haber comentado en detalle todos estos tópicos. Sin embargo, sea quien
sea el autor o los grandes autores se tiene que admitir que el Abhidhamma es el
producto de un genio intelectual sólo comparable con el Buddha. Eso es evidente
cuando vemos el intricado y sutil Paååhàna
Pakarana, el cual describe en detalle las varias relaciones causales.
Para los sabios buscadores de la verdad, el Abhidhamma es una
guía indispensable y un placer intelectual. Aquí se encuentra alimento para el
pensamiento de pensadores originales y para estudiantes serios que desean
desarrollar sabiduría y llevar una vida buddhista ideal. El Abhidhamma no es
una materia para lectores superficiales, para alguien con interés fugaz.
La psicología moderna, limitada como es, está incluida dentro del
marco del Abhidhamma puesto que se ocupa de la mente, los pensamientos, los
procesos cognitivos y las propiedades materiales; pero no admite una psique o
alma. El Abhidhamma enseña una psicología sin alma.
Sin uno fuera a leer el Abhidhamma como un moderno tratado de
psicología, uno se sentiría frustrado. En éste no se hace un intento por
resolver todos los problemas que confrontan los psicólogos modernos.
La conciencia (citta) es
definida. Los momentos de conciencia son analizados y clasificados desde el
punto de vista ético. Todas las propiedades mentales (cetasika) son enumeradas. La composición de cada tipo de conciencia
se muestra en detalle. Se describe minuciosamente como surgen los estados de
conciencia. Bhavaæga y javana,
momentos mentales que son parte de proceso cognitivo, los cuales se explican
solamente en el Abhidhamma no tienen paralelo en la psicología moderna. Éstos
son de especial interés para investigadores de psicología. Problemas
irrelevantes que interesan a estudiantes y académicos pero que no tienen
relación con la liberación de uno son deliberadamente dejados de lado.
La materia es brevemente discutida pero no como ha sido discutida
por los físicos. Se explican las unidades fundamentales de la materia, las
causas de la materia, las relaciones de la mente y materia. El Abhidhamma no
intenta dar un conocimiento sistemático de la mente y la materia. Investiga
estos dos factores constituyentes del llamado ser, para ayudar a la comprensión
de las cosas tal y como ellas realmente son. Una filosofía se ha desarrollado
sobre estas líneas. Basado en esta filosofía se ha desarrollado un sistema
ético con el fin de alcanzar la meta última, Nibbàna. Como lo escribió la Sra.
Rhys Davids correctamente: “El Abhidhamma trata con (i) lo que encontramos (a)
dentro de nosotros, (b) alrededor de nosotros y (ii) lo que aspiramos a
encontrar”.
Mientras que el Sutta Piåaka contiene la enseñanza convencional,
el Abhidhamma Piåaka es la enseñanza última.
Generalmente la mayoría de los expositores admiten que un
conocimiento del Abhidhamma es esencial para comprender completamente las
enseñanzas del Buddha, porque representa la llave que abre la puerta de la
realidad.
El Abhidhamma Piåaka se compone de los siguientes siete libros:
1.
Dhammasagaäì,
Clasificación del Dhamma,
2.
Vibhaæga,
Exposiciones del Dhamma,
3.
Dhàtukathà,
Discurso de los Elementos,
4.
Puggala-Paññatti,
Libro de los Individuos,
5.
Kathàvatthu,
Puntos de Controversia,
6.
Yamaka,
Libro de Pares,
7.
Paååhàna,
Libro de las Relaciones Causales.
¿Es el Buddhismo una Filosofía?
El Dhamma sublime guardado en estos textos sagrados trata acerca
de verdades y hechos que pueden probarse y verificarse a través de la
experiencia personal y no se interesa en teoría y especulaciones, las cuales se
pueden aceptar hoy como verdades profundas y ser descartadas el día de mañana.
El Buddha no expuso teorías filosóficas revolucionarias, ni intentó crear una
ciencia material nueva. En términos claros él explicó que es lo que está en el
interior y que es lo que está en el exterior, en tanto que ello concierne a la
emancipación de las enfermedades de la vida y reveló el único camino para la
liberación. Además el Buddha no enseñó todo lo que sabía. En cierta ocasión en
que el Buddha estaba habitando en un bosque, tomó un puñado de hojas y dijo:
“Oh Bhikkhus, lo que yo os he enseñado es comparable a las hojas que tengo en
mi mano y lo que no os he enseñado es comparable con todas las hojas del bosque”.[10]
Él enseño lo que era absolutamente esencial para uno y permaneció
en silencio sobre cuestiones irrelevantes para su noble misión.
Incidentalmente, él se anticipó a muchos de los científicos y filósofos
modernos.
Heráclito (500 a.C.) creía que todo fluía (pante rhei) y que el universo está en un constante devenir. Él fue
quien pronunció la famosa frase de que una persona no puede caminar dos veces
en el mismo río. Pitágoras (532 a.C.) enseñó entre otras cosas la
transmigración de las almas. Descartes (1596-1650) declaró la necesidad de
examinar todo fenómeno ante el tribunal de la duda razonable. Spinoza
(1632-1677), al mismo tiempo que admitía la existencia de una realidad
permanente, afirmaba que toda existencia es transitoria. En su opinión el sufrimiento
se conquistaba encontrando un objeto de conocimiento que no fuera transitorio,
efímero, sino inmutable, permanente, eterno. Berkeley (1685-1776) pensó que el
átomo era una ficción metafísica. Hume (1711-1776) analizó la mente y concluyó
que la conciencia consiste en fugaces estados mentales. Desde el punto de vista
de Hegel (1770-1831): “Todo el mundo fenoménico es un devenir”. Shopenhauer
(1788-1860) en su libro El Mundo como
Voluntad y Representación presentó la verdad del sufrimiento y su causa con
vestimenta occidental. Henri Bergson (1859-1941) hace referencia a una
corriente de conciencia y rechaza la existencia de un alma.
El Buddha expuso estas verdades de impermanencia (anicca), sufrimiento (dukkha) y no-alma (anatta) hace más de 2500 años.
Las enseñanzas morales y filosóficas del Buddha deben ser
estudiadas, practicadas y sobre todo realizadas a través de nuestra sabiduría
intuitiva. Como tal el Dhamma se compara con una balsa la cual nos capacita
para cruzar el océano de la vida.[11]
Por lo tanto el buddhismo en sentido estricto no puede llamarse
una filosofía porque no es meramente “el amor que nos induce a la búsqueda de
la sabiduría”.[12] Tampoco el
buddhismo es “una hipotética interpretación de lo desconocido (como en la
metafísica) o de un conocimiento inexacto como en la ética o la filosofía
política”.[13]
Si por filosofía se entiende “un inquirir no tanto sobre ciertos
hechos particulares sino de los caracteres fundamentales de este mundo en el que
nos encontramos y el tipo de vida que en este mundo nos tocó vivir,”[14]
el buddhismo puede aproximarse a una filosofía pero es mucho más comprensivo.[15]
La filosofía trata principalmente con el conocimiento y no se
interesa en la práctica, mientras que el buddhismo hace especial énfasis en la
práctica y la realización.
¿Es el Buddhismo una
Religión?
El profesor Rhys Davids en su libro Buddhism (pág. 1) escribe lo siguiente:
“¿Qué significa religión?
Como es bien sabido la palabra no se encuentra en lenguajes que no están
relacionados con el nuestro y su derivación es incierta. Cicerón, en un pasaje,
la deriva de la partícula re y lego y sostiene que su significado real fue la repetición de plegarias y
encantamientos. Otra interpretación la hace derivar de la palabra re y logo
y considera que su sentido original es el de enlace o vínculo, una liga
permanente (sin duda, con los dioses). Una tercera derivación se relaciona con
la palabra lex y se explica como un
marco mental escrupulosamente consciente, respetuoso de la ley”.
El buddhismo no es estrictamente una religión en el sentido en
que esta palabra es comúnmente comprendida, pues éste no es un sistema de fe y
adoración que se hace en función de una alianza con un dios supernatural.
El buddhismo no demanda fe ciega de
sus partidarios. En virtud de ello la mera creencia es eliminada y substituida
por la ‘confianza basada en el conocimiento’. Para un buddhista es posible
tener dudas y es sólo hasta que él o
ella obtiene el primer estado de santidad (sotàpatti)
cuando todas las dudas acerca del Buddha, Dhamma y Sangha son resueltos
completamente. Uno llega a ser un genuino seguidor del Buddha solamente después
de alcanzar este estado.[16]
La confianza de un seguidor del Buddha
es como la de un paciente ante un médico de prestigio o la de un estudiante
respecto a su maestro. Aunque el buddhista busca refugio en el Buddha como su
incomparable guía y maestro quien le indica el camino de purificación, él no
realiza una rendición o entrega servil de sí mismo. Un buddhista no piensa que
él pueda purificarse sólo con buscar refugio en el Buddha o por mera fe en él.
Ni siquiera el poder de un Buddha puede lavar las impurezas de otro. Hablando
estrictamente uno no puede ni purificar ni manchar a otro. El Buddha como maestro
puede ser un instrumento, pero sólo nosotros somos responsables de nuestra
purificación.
En el Dhammapada (verso 165) el Buddha dice:
Uno mismo hace el mal; uno
mismo se corrompe;
uno mismo deja de hacer el
mal; uno mismo se purifica;
pureza y corrupción dependen
de uno mismo,
nadie puede purificar a otro.
Un buddhista no es esclavo de un libro o un individuo. No
sacrifica su libertad o su pensamiento al ser un seguidor del Buddha. Él está
en total libertad de ejercer su albedrío y desarrollar su conocimiento hasta el
grado de alcanzar el estado de Buddha él mismo, pues todos son potencialmente
Buddhas. Es cierto que los buddhistas citan al Buddha como su autoridad, pero
el Buddha mismo descarta toda autoridad.
La realización inmediata es el único criterio de verdad en el
buddhismo. Su principio fundamental es la comprensión racional. El Buddha
aconseja a los buscadores de la verdad no aceptar nada meramente porque esté
avalado por una autoridad o por otro, sino que aconseja ejercer su propio
razonamiento y juzgar por ellos mismos si una cosa es correcta o errónea.
En cierta ocasión los habitantes de Kesaputta, conocidos como
Kàlàmas, se acercaron al Buddha y le comentaron que muchos ascetas y brahmanes
que llegaban a predicarles acostumbraban exaltar sus propias doctrinas y
criticar las de los otros por lo que ellos estaban confusos y no podían saber
cual de ellas era la correcta.
“Oh Kàlàmas, es correcto que dudéis, es correcto que vosotros
vaciléis. En un asunto dudoso la vacilación y la duda emerge,” remarcó el
Buddha y les dio el siguiente consejo, el cual puede aplicarse tanto a los
modernos racionalistas de hoy como él lo hizo con aquellos escépticos de
antaño.
“Oh Kàlàmas, no acepten nada de oídas (es decir, tomar aquello
sólo porque se ha escuchado por mucho tiempo). No acepten nada sólo porque
provenga de la tradición (es decir, aquello que se ha transmitido por muchas
generaciones). No acepten nada por rumores (es decir, creer lo que otros dicen
sin someterlo a investigación). No acepten nada sólo porque está de acuerdo con
las escrituras. No acepten nada sólo por mera suposición. No acepten nada por
mera inferencia. No acepten nada sólo considerando la apariencia. No acepten
nada sólo porque está de acuerdo con sus nociones preconcebidas. No acepten
nada porque ello es aceptable (es decir, porque debería ser aceptado). No
acepten nada porque el asceta es respetado por vosotros (y pensando, por lo
tanto, que es correcto aceptar sus palabras). Pero cuando ustedes conocen por
sí mismos, estas cosas son inmorales, estas cosas son censurables, estas cosas
son censuradas por el sabio, estas cosas cuando son ejecutadas conducen a la
ruina y al sufrimiento, entonces, rechácenlas. Pero cuando por ustedes mismos conocen,
estas cosas son morales, estas cosas son incensurables, estas cosas son
elogiadas por el sabio, estas cosas cuando se ejecutan conducen al bienestar y
la felicidad, entonces, vivan y actúen de acuerdo con ellas”.[17]
Estas sabias palabras del Buddha pronunciadas hace 2500 años, aún
conservan su fuerza y frescura original en este ilustrado siglo veinte.
Con una ilustración sencilla el Jñànasàrasamuccaya da el mismo consejo en palabras diferentes:
Así como el sabio prueba el
oro quemándolo, cortándolo, frotándolo (sobre una piedra), de la misma manera
ustedes deben aceptar mis palabras sólo después de examinarlas y no sólo por
consideración a mi persona.
El Buddha exhortó a sus discípulos a buscar la verdad y no hacer
caso sólo por persuasión aunque ésta provenga de una autoridad superior.
Aunque se admite que en el buddhismo no se pide una fe ciega, uno
podría preguntar si no hay adoración de imágenes y tales cosas coma la
idolatría entre los buddhistas.
Los buddhistas no veneran ninguna imagen esperando favores
mundanos espirituales sino que en la imagen honran aquello que ella representa.
Un buddhista cuando se acerca a una imagen de Buddha y ofrece flores e incienso
no lo hace a la imagen sino al Buddha. Él o ella lo hace como una muestra de
gratitud, reflexionando sobre las virtudes del Buddha y meditando en la
transitoriedad de las flores. Un buddhista que comprende esta situación
intencionalmente actúa como si estuviera ante la noble presencia del Buddha y
con ello obtiene inspiración para imitarlo.
Refiriéndose a las imágenes el gran filósofo Count Kaiserling, en
Travel Diary of a Philosopher
escribe: “No conozco nada más grandioso en este mundo que la figura de Buddha.
Es la perfecta encarnación de la espiritualidad en el ámbito de lo visible”.
Los buddhistas tampoco adoran al árbol Bodhi, sino que lo
consideran un símbolo de la iluminación y por lo tanto digno de ser venerado.
Aunque tales formas externas de veneración son prevalentes entre los
buddhistas, el Buddha no es venerado como un dios.
Estos objetos externos de veneración no son absolutamente
necesarios pero son útiles y nos ayudan a concentrar la atención. Una persona
orientada intelectualmente podría prescindir de ellos y focalizar con facilidad
su atención en el Buddha y visualizarlo.
Por nuestro propio bienestar y por gratitud podemos realizar tal
tipo de veneración, pero lo que el Buddha espera de sus discípulos no es
obediencia sino la observación concreta de su enseñanza.
Poco antes de que el Buddha muriera muchos discípulos llegaron
para ofrecerle homenaje, sin embargo un bhikkhu permaneció en su celda absorto
en la meditación. El Buddha fue informado de esta conducta y citó al monje para
preguntarle las razones de su ausencia, él cual contestó: “Señor, yo sabía que
Su Santidad moriría en tres meses por lo tanto pensé que la mejor forma de
honrar al maestro era alcanzando el estado Arahant
antes del deceso de Su Santidad”.
El Buddha elogió la encomiable conducta de este leal y respetuoso
bhikkhu diciendo: “¡Excelente, excelente! Aquel que me ame deberá emular a este
bhikkhu. El que mejor me honra es aquel que mejor practica mi enseñanza”.[18]
En otra ocasión el Buddha declaró: “Aquel que ve el Dhamma me ve
a mí”.[19]
Además, se debe mencionar que no hay plegarias para hacer
peticiones o pedir intercesión. Por mucho que uno ore el Buddha no puede
salvarlo. El Buddha no puede garantizar favores mundanos a aquellos que le
oran. Un buddhista no puede orar para ser salvado, sino que debe confiar en sí
mismo y luchar con diligencia para obtener su libertad y ganar la purificación.
Aconsejando a sus discípulos no depender de otros sino de sí mismos el Buddha
dice:
Uno deber hacer el esfuerzo
por sí mismo,
los Tathàgatas (Buddhas) son
sólo maestros.[20]
El Buddha no sólo habla de la futilidad de las plegarias[21]
sino que también rechaza una mentalidad esclava. En lugar de las plegarias, el
Buddha enfatiza la importancia de la meditación que promueve la
auto-disciplina, el auto-control, la auto-purificación y la auto-iluminación.
Ella sirve como una técnica para la mente y el corazón. La meditación es la
esencia del buddhismo.
En el buddhismo no hay como en la mayoría de las otras religiones
un Dios supremo al que hay que obedecer y temer. El buddhismo rechaza la
existencia de un poder sobrenatural concebido como un ser todopoderoso o una
fuerza sin causa. No hay revelaciones divinas ni mensajeros divinos o profetas.
Por lo tanto, un buddhista no está subordinado a un elevado poder sobrenatural
que controla su destino y que arbitrariamente recompensa y castiga.
En virtud de que el buddhismo no cree en las revelaciones de un
ser divino, no reclama el monopolio de la verdad y no condena a ninguna otra
religión. “La intolerancia es el más grande enemigo de la religión”. Con su
característica de tolerancia, el Buddha aconseja a sus discípulos a no
disgustarse o sentirse mal, aun cuando otros hablen mal de él, de su enseñanza
o de su comunidad monástica. “Si ustedes lo hacen así,” dice el Buddha, “ustedes
no sólo estarán en peligro de una pérdida espiritual, sino que serán incapaces
de juzgar si lo que ellos dicen es correcto o no” – un sentimiento muy
iluminado. Denunciando la crítica injusta de otras creencias el Buddha declara:
“Es como un hombre que mira hacia arriba y escupe al cielo, el salivazo no
ensucia el cielo pero regresa y mancha al que lo lanzó”.[22]
El buddhismo no expone dogmas que uno debe seguir ciegamente, ni
creencias que uno debe aceptar sin razonar, ni ritos ni ceremonias supersticiosas
que deben observarse, ni sacrificios sin sentido, ni penitencias para
purificarse.
El buddhismo en sentido estricto no se puede llamar una religión
pues no es un sistema de fe y adoración ni cabe en la definición del Webster’s
Dictionary que dice: “Los actos o formas exteriores por medio de los cuales los
hombres indican su reconocimiento de la existencia de un Dios o Dioses los
cuales tienen el poder sobre sus destinos y a quienes se debe obediencia,
servicio y honor”.
Karl Marx dice: “La religión es el alma de condiciones sin alma,
el corazón de un mundo sin corazón, el opio del pueblo”. El buddhismo no es
este tipo de religión. Para todas las naciones buddhistas que se desarrollaron
en la cuna del buddhismo, sus avances culturales son claramente debidos a la
influencia benigna de las enseñanzas del Buddha.
Sin embargo, si por religión se significa “una enseñanza que
tiene una visión de la vida no superficial, una enseñanza que mira directamente
dentro de la vida y no a su alrededor, una enseñanza que provee a los hombres
con una guía para conducirse de acuerdo con esta visión interior, una enseñanza
que capacita a aquellos que la escuchan y practican a enfrentar la vida con
fortaleza y a la muerte con serenidad,”[23]
o un sistema de liberación de las enfermedades de la vida; en este caso,
ciertamente el buddhismo es una religión de religiones. El Dr. Dahlke, al
comentar lo que el buddhismo es, escribe lo siguiente: “Con esto, una sentencia
condenatoria se hace del buddhismo como religión. La religión en el sentido
común como aquello que apunta más allá de esta vida, a una (vida) esencialmente
diferente, eso no puede ser”. (Buddhism and
its Place in the Mental World, pág. 27).
¿Es el Buddhismo un
Sistema Ético?
El buddhismo contiene un código moral excelente que incluye uno
para los monjes y otro para los laicos, pero es mucho más que una enseñanza
moral ordinaria.
La moralidad (sìla) es
solamente un estadio preliminar y es un medio para un fin, pero no un fin en sí
misma. Aunque es absolutamente esencial, sìla
no conduce a la liberación de uno o la pureza perfecta. Ella es sólo el primer
estadio en el camino de purificación. Más allá de la moralidad está la
sabiduría (paññà). La base del
buddhismo es la moralidad y la sabiduría es su ápice. Como el par de alas de un
pájaro, estas dos virtudes son complementarias. La sabiduría es como los ojos
del hombre y la moralidad es como sus pies. Uno de los apelativos del Buddha es
vijjàcaraäasampanna, dotado de
sabiduría y conducta.
De las Cuatro Nobles Verdades que constituyen el fundamento del
buddhismo, las tres primeras representan la filosofía de las enseñanzas del
Buddha y la cuarta representa la ética del buddhismo basada en esa filosofía.
La moralidad en el buddhismo no se funda en alguna dudosa
revelación divina, ni es una ingeniosa invención de una mente excepcional, sino
que es un código práctico y racional basado en hechos verificables y en la
experiencia individual. En la opinión del profesor Max Muller, el código moral
buddhista es uno de los más perfectos que el mundo ha conocido.
El profesor Rhys Davids dice: “Buddhista o no buddhista, he
examinado cada uno de los sistemas religiosos del mundo y en ninguno de ellos
he encontrado algo que supere la belleza y comprensión del Noble Óctuple
Sendero del Buddha. Yo estoy contento de construir mi vida de acuerdo con ese
sendero”.
Es interesante señalar que de acuerdo con el buddhismo hay actos
que son éticamente buenos y malos, actos que no son ni buenos ni malos y actos
que tienden a la cesación de todas las acciones. Los buenos actos son
esenciales para la emancipación de uno, pero una vez que se ha obtenido la
última meta de la vida sana, uno transciende tanto el bien como el mal.
El Buddha dice: “Ustedes deben abandonar las cosas rectas (dhamma), cuanto más las cosas
incorrectas (adhamma)”.[24]
Los actos que están asociados con apego (lobha), malevolencia (dosa)
e ignorancia (moha) son malos e
insanos. Aquellos actos que están asociados con no-apego (alobha), buena voluntad (adosa)
y sabiduría (paññà) son buenos o
sanos.
Los actos de un Arahant,
uno sin manchas o impurezas, no tienen valor ético debido a que él ha ido más
allá del bien y del mal. Esto no significa que él es pasivo. Él es activo pero
su actividad es desinteresada y está dirigida a ayudar a otros a recorrer el
camino que él mismo ha recorrido. A sus actos, ordinariamente aceptados como
buenos, les falta poder creativo (no producen efectos). A diferencia de las
acciones de una persona mundana sus acciones no recaen sobre él como un efecto
del kamma.
Su acciones en la Lengua Pali se denominan kiriya (funcionales). El oro puro no puede ser purificado más.
Los estados mentales de los cuatro tipos de conciencias
supramundanas del sendero, es decir sotàpatti
(ganador de la corriente), sakadàgàmì
(el que retorna una vez), anàgàmì (el
que no retorna) y el Arahant, aunque
sanos no tiende a acumular kamma fresco, sino por el contrario tienden a una
cesación gradual del flujo individual de existir y de allí a la cesación
gradual de los actos buenos y malos. En estos tipos de conciencias
supramundanas el factor sabiduría (paññà),
el cual tiende a destruir las raíces del kamma, es predominante; mientras que
en los tipos mundanos la volición (cetanà)
que produce actividad kammica es predominante.
¿Cuál es el criterio de moralidad en el buddhismo? La respuesta
se encuentra en la admonición dada por el Buddha al joven novicio Ràhula:
“Ràhula, si tú deseas realizar un acto, reflexiona de esta manera: ‘¿Este acto
me herirá o herirá a otros o ambos?’ Si este acto es un acto malo que implica
sufrimiento, de tal acto tú debes desistir. Si tú deseas hacer un acto
reflexiona de esta manera: ‘¿Este acto no me hiere ni hiere a otro ni a ambos?’
Si es un acto bueno que ocasiona felicidad, tal acto, tú debes realizarlo una y
otra vez”.[25]
Cuando se evalúa la moralidad, un buddhista toma en consideración
el interés propio como el de otros – los animales no son excluidos.
En el Karaäìya Mettà Sutta, el Buddha exhorta de la siguiente
manera: “Así como una madre protege a su único hijo aun a riesgo de su propia
vida, de la misma manera uno debería cultivar pensamientos de amor ilimitado
hacia todos los seres”.[26]
El Dhammapada (v. 129) declara:
“Todos temen ser heridos o maltratados, a todos la vida es querida. Comparando
a otros contigo mismo, no hieras ni mates a nadie”.
Para comprender el nivel excepcionalmente elevado de moralidad
que el Buddha espera de sus seguidores ideales, uno debe leer con mucho cuidado
el Dhammapada, el Sigàlovàda Sutta,
Vyagghapajja Sutta, Maægala Sutta, Mettà Sutta, Paràbhava Sutta, Vasala Sutta,
Dhammika Sutta, etc.
Como enseñanza moral el buddhismo excede a todo otro sistema
ético, pero la moralidad es sólo el principio y no el fin del buddhismo. En un
sentido el buddhismo no es una filosofía, pero en otro sentido es la filosofía
de las filosofías. En un sentido el buddhismo no es una religión, pero en otro
es la religión de las religiones.
¿Qué es el Buddhismo?
El
buddhismo no es un camino metafísico ni un camino ritualistico.
No es escéptico ni dogmatico.
No es eternalista ni nihilista.
No es auto-mortificación ni auto-indulgencia.
No es pesimista ni optimista sino realista.
No es
absolutamente de este mundo ni del otro.
No es extrovertido sino introvertido.
No es
teo-céntrico sino homo-céntrico.
Es el único
camino de iluminación.
El término original en pali para buddhismo es ‘Dhamma’, que
literalmente significa aquello que sostiene o mantiene (aquel que actúa de
acuerdo con sus principios y así se protege de caer en estados calamitosos o
desdichados). No existe una palabra en inglés que traduzca exactamente el
significado del término pali.
El Dhamma es aquello que realmente es. Es la doctrina de la realidad.
Es un medio de liberación del sufrimiento y de liberación en sí mismo. Sea que
los Buddhas surjan o no en el mundo el Dhamma existe eternamente. Es un Buddha
quien realiza este Dhamma, el cual permanece oculto a los ojos de los hombres ignorantes, hasta que
él, un iluminado, surge y movido por la compasión lo revela al mundo.
“Sea que aparezcan los Tathàgatas o no, oh bhikkhus, es un hecho,
un principio establecido, una ley natural, que todas las cosas condicionadas
son transitorias (anicca), sufrimiento
(dukkha) y que todo es insustancial,
sin alma (anatta). El Tathàgata
realiza, comprende este hecho y cuando lo ha realizado y comprendido, él lo
anuncia, enseña, proclama, establece, descubre, analiza y hace claro que todas
la cosas condicionadas son transitorias, sufrimiento y todo es insustancial,
sin alma”.[27]
En el Majjhima Nikàya,
el Buddha dice: “El Buddha sólo enseña una cosa, a saber, el sufrimiento y la
cesación del sufrimiento”.[28]
Ésta es la doctrina de la realidad. El Udàna declara: “Oh bhikkhus, el inmenso océano sólo tiene un sabor,
el sabor de la sal; así también, oh bhikkhus, este Dhamma sólo tiene un sabor,
el sabor de la liberación”.[29]
Este Dhamma sublime no es algo aparte de uno mismo. Depende
totalmente de uno mismo y por uno mismo es realizado. El Buddha exhorta de esta
manera:
“Attadìpà viharatha attapaåisaraäà”: Que uno more en uno mismo como
en una isla, en uno mismo como refugio.
“Dhammadìpà viharatha, dhammapaåisaraäà, n’ àññanapaåisaraäà”: Que uno
more en el Dhamma como en una isla, en el Dhamma como refugio. No busque otro
refugio externo.[30]
* * * * *
* Capítulo 15 (The Dhamma-The Teachings of the Buddha. What is
Buddhism?) del libro The Buddha and His Teachings por Narada Mahathera. Traducción
española por Alejandro Córdova. Traducción española con permiso de la Buddhist Publication
Society (BPS). Este material puede ser reproducido para uso personal, puede ser
distribuido sólo en forma gratuita. Traducción española ©CMBT 2000. Última
revisión viernes
8 de septiembre de 2000.
Fondo Dhamma Dana. Este documento requiere la fuente Times Pali.
[1] Veáse traducción del Mahàvaçsa pág. 14-50. El Mahàvaçsa es la antigua crónica de la
isla de Sri Lanka, obra compuesta en pali y existe una traducción inglesa por
Wilhem Geiger (Pali Text Society, Londres 1980).
[2] Ibid., págs. 19-50.
[3] Una aldea en el interior de Sri
Lanka, aproximadamente 24 millas de Kandy. Este sagrado templo de roca es
todavía un lugar de peregrinaje para los buddhistas de Sri Lanka. Buddhaghosuppatti, una biografía del
gran comentarista Buddhaghosa, señala que la cantidad de libros escritos en
hojas de ola (palma), cuando se
apilaron excedieron la altura de seis elefantes.
[4] Tripiåaka
en sánscrito.
[5] Dispensación. Sàsana es el término pali para la Iglesia Buddhista en su
totalidad.
[6] Veáse G.T. Garrat,
Ed., Legacy of India, págs. x, xi.
[7] Comentando este discurso, T.W. Rhys
Davids escribe: “Feliz debe haber sido la villa o el clan sobre los bancos del Ganges
en donde la gente llena de un amable espíritu de sentimientos de compañerismo,
el amable espíritu de justicia que se respira a través de estas ingenuas y
simples palabras”. En su obra Buddhism,
pág. 148. Este discurso se encuentra en el Digha Nikàya iii, 31, pág. 180.
[8] Veáse Nàrada Thera, A Manual of Abhidhamma.
[9] Points
of Controversy, la autoría de este texto se atribuye al Venerable
Moggaliputta Tissa quien presidió el Tercer Concilio en la época del Rey Asoka.
[10] Saçyutta
Nikàya v págs. 437-438; Kindred Sayings, v
pág. 370.
[11] Majjhima Nikàya i, 22, pág. 135.
[12] Webster’s Dictionary.
[13] W. Durant, The History of Philosophy, pág. 2.
[14] Webb, History of Philosophy, pág. 2.
[15] “Una filosofía en sentido de un
sistema epistemológico que suministra una replica completa a la pregunta de ‘el
qué, de qué es la vida’ – eso no es”. (Dr. Dahlke, Buddhism,
pág. 2).
[16] Un adherente ordinario puede ser
suficientemente genuino como seguidor, pero él no es partícipe de la
realización del Buddha-Dhamma.
[17] Aæguttara Nikàya, i pág. 189; Gradual Sayings, i, págs. 171-72. Las explicaciones entre paréntesis de esta traducción
están de acuerdo con las interpretaciones del Comentario y Sub-comentario.
[18] Veáse Eugene
Burlingame, Buddhist Legends, iii
págs. 249-250.
[19] Saçyutta
Nikàya, iii pág. 120.
[20] Dhammapada
verso 276.
[21] Compare. “La plegaria es una
actividad en la que confieso francamente yo no soy un adepto”. Canon B. H. Streeter
en Modern Churchman, sep. 1924, pág.
347. “Yo no comprendo porque
los hombres continuan orando a menos que ellos estén convencidos de que hay una
oreja que los escucha”. Rev. C. Beard, Reformation,
pág. 419. Sri
Radhakrishnan declara: “La plegaria tiene un carácter de una comunicación
privada, una especie de negociación egoísta con Dios. Ella es una búsqueda de
objetos relacionados con las ambiciones mundanas e inflama el sentido del yo.
Por el contrario, la meditación es una auto-transformación”.
[22] Veáse Sri Radhakrishnan, Gautama the Buddha.
[23] Ex-Bhikkhu Silacàra.
Veáse Ceylon Daily News, Vesak number
May, 1939.
[24] Majjhima Nikàya, i pág. 135.
[25] Majjhima Nikàya i, 61, Ràhulovada Sutta, pág. 416.
[26] Sutta Nipàta, i 8, (149), pág. 26.
[27] Aæguttara Nikàya, i, 286.
[28] Majjhima
Nikàya, i, 22, pág. 140.
[29] Udàna
5,5,12, pág. 56 (PTS, ed. 1948); también en Vinaya ii,9,2.
[30] Parinibbàna Sutta ii 100 (PTS).