¿Y AHORA, QUÉ HACEMOS? *
La Conducta Buddhista ante los Acontecimientos en el Mundo Actual
Conferencia impartida con motivo del
Tercer Encuentro Buddhista de la Comunidad Buddhista de México el 26 de abril
2002
Bhikkhu Nandisena
Namo Tassa Bhagavato Arahato
Sammāsambuddhassa
Quisiera comenzar esta plática expresando mi agradecimiento
a los organizadores de este evento, el Tercer Encuentro de la Comunidad
Buddhista de México, así como a todos los que se encuentran aquí presentes, por
hacer posible que representantes de las tres corrientes principales del
buddhismo tengan una oportunidad abierta para exponer acerca de la conducta
buddhista ante los acontecimientos del mundo actual.
El buddhismo es una religión con una
historia de más de 2,500 años. El Buddha histórico, el omnisciente Buddha, con su
ojo divino, podía abarcar todo tiempo y todo lugar. No había nada que pudiera
escapar de la "red" de su conocimiento infinito. Sin duda, el Buddha
vio las situaciones difíciles de los tiempos futuros, incluyendo estos
difíciles y complejos tiempos modernos, cuando él habló acerca de la decadencia
y la gradual desaparición del Dhamma. Nosotros deberíamos entender el término
pali "Dhamma" o sánscrito "Dharma" no solamente en el
sentido de las enseñanzas del Buddha sino en un sentido más amplio, y de
acuerdo con su etimología, como aquello que sostiene o evita que uno caiga. El
Dhamma sostiene a aquellos que lo practican de caer en estados de sufrimiento;
o la práctica del Dhamma sostiene y evita que el mundo caiga en la absoluta
brutalidad y violencia. Es en este sentido que deberíamos entender el término
"Dhamma" o "Dharma"; como la "tierra firme" donde
podemos caminar. Si no hay Dhamma no hay "tierra firme" donde
caminar. El Dhamma de las enseñanzas del Buddha se tiene que actualizar en la
práctica; es decir, es necesario que el Dhamma de las enseñanzas se practique
para que se convierta en el Dhamma que sostiene y evita que uno caiga.
Después de la muerte del Buddha,
después de su Parinibbāna, el drama de la historia humana, el drama de la
impermanencia, no sólo pareció ir confirmando su predicción sino también su
enseñanza. Imperios y civilizaciones surgieron y cesaron imprimiendo su marca
para que otros imperios y civilizaciones después vinieran y la borraran; nuevas
religiones aparecieron sobre la faz de la tierra, a veces civilizando, otras
veces inscribiendo sus nombres coercitivamente, mientras los destinos y la
prosperidad de las civilizaciones se mudaban de sur a norte y de Oriente a
Occidente. Para algunos debido a la fortuna,[1]
para otros debido a un ser supremo, y para otros debido a a Ley del Karma, los
destinos y la prosperidad de los pueblos se ha mudado de un lugar a otro. Un
rápido vistazo a la historia humana nos muestra la característica universal de
la impermanencia, que de acuerdo con la enseñanza del Buddha, es una de las
características de todos los fenómenos condicionados.
No obstante el drama y la
impermanencia, el Dhamma Sublime del Buddha no sólo ha sobrevivido los embates del
tiempo, los embates de más de 2,500 años de historia humana, sino que también
gradual, pacífica, silenciosamente se ha empezado a conocer, establecer y a
tener influencia en cada vez más lugares, en rincones del planeta que nadie se
hubiera atrevido a predecir algunos años atrás.
Prueba de ello, es este Tercer
Encuentro Buddhista de México; lejos en tiempo (a 2,546 años del
Parinibbāna del Buddha) y lejos en distancia (aprox. a 15,000 kilómetros
del punto de origen del buddhismo), pero cerca del mensaje original del Buddha,
muy cerca de su Dhamma. Nuestra presencia aquí atestigua este hecho. Es
regocijante ver que a medida que el buddhismo se va estableciendo más
firmemente en estas tierras, su voz se comienza a sentir y a considerar cada
vez más.
Y hoy día estamos reunidos para hablar acerca de los
difíciles acontecimientos del mundo actual y de cuál debería ser la conducta
buddhista ante estos acontecimientos. Conscientes que de aquí pueden salir
respuestas significativas o al menos una orientación, estamos aquí reunidos.
Una breve mención de algunos de los
graves problemas que enfrenta la humanidad actual: conflictos étnicos y
religiosos, tanto viejos como nuevos
entre católicos y protestantes, entre cristianos y musulmanes, entre hindúes y
musulmanes, conflictos entre israelíes y palestinos, entre árabes e israelíes;
conflictos ideológicos; sistemática violación de los derechos humanos; pobreza;
tráfico de drogas, tráfico de armas, tráfico de mujeres, tráfico de niños;
sistemática destrucción del medio ambiente y expansión de enfermedades globales
tales como el SIDA, entre otros.
No obstante el número y la gravedad de estos problemas que
acucian a la humanidad, no sé si los organizadores hubieran escogido este tema
si no hubieran ocurrido los trágicos eventos del 11 de septiembre del pasado
año y todo lo que ha venido después de estos tristes acontecimientos.
Una de las enseñanzas importantes
del Buddha es la interdependencia de todo lo que existe. Los eventos del 11 de
septiembre han resaltado esa interdependencia. De acuerdo con la Enseñanza del
Buddha, todo lo que existe, en todo momento y en todo lugar, está ligado de
acuerdo a las leyes de condicionalidad, aun lo más minúsculo –alguien ha
llegado a decir que el aleteo de una mariposa China tiene un efecto sobre
aquellos que viven en las antípodas. Los eventos del 11 de septiembre han
resaltado esa interdependencia, han despertado bruscamente en la conciencia
de la humanidad esa condicionalidad de
las acciones humanas.
Ahora no se necesita escarbar mucho
para descubrir la condicionalidad, la interdependencia. El tema de la
condicionalidad ya no es sólo para filósofos o meditadores. Las acciones del
pequeño grupo de personas que realizó los atentados en Nueva York y en otros
lugares de los Estados Unidos el 11 de septiembre, han tenido un efecto global.
Basta ir al aeropuerto a tomar un vuelo nacional o internacional para que uno
sea sometido a minuciosas revisiones. Basta ser originario de un país musulmán
o tener apellido árabe para ser objeto de sospecha y desconfianza.
Otra observación importante que se puede hacer de lo que está
ocurriendo actualmente en el mundo, es acerca de la influencia de la mente, el
aspecto central de la mente en los acontecimientos del mundo. El Buddha dice
que de todas las cosas en el mundo, aquella con mayor poder de influenciar para
bien o para mal es la mente. El Buddha dice esto porque la mente consciente es
el origen de nuestras acciones verbales y físicas. Cuando la mente no está
protegida o controlada, las acciones verbales y físicas tampoco están
controladas. Cuando la mente está protegida o controlada, las acciones verbales
y físicas también están controladas. Es por esto que el Buddha dice que el
mundo es dirigido por la mente.
Abundan las palabras del Buddha
acerca de la influencia de la mente tanto a nivel individual como a nivel
global. Incluso el término pali "manussa", que significa ser humano,
se usa para referirse a aquellos que tienen mentes agudas o desarrolladas.
Debido a que la mente humana es muy aguda, el ser humano es más capaz de
realizar acciones morales o inmorales de peso, que cualquier otra clase de
seres vivientes. Es posible para un ser humano desarrollar la mente hasta
llegar al estado de Buddha o para cometer crímenes atroces.
En el análisis de los
acontecimientos del mundo actual que estamos haciendo se destacan estos dos
aspectos: la interdependencia y el aspecto central de la mente. Y cuando
hablamos de la interdependencia estamos incluyendo dentro de la misma lo que se
denomina kamma (karma). En realidad, el kamma es uno de los tantos modos de
interdependencia o condicionalidad, entendiendo kamma en sentido activo como
las acciones presentes y en sentido pasivo como los resultados o efectos de acciones
pasadas. Cuando vemos que algo ocurre en el presente, podemos inferir que algo
en el pasado fue realizado, que funciona como causa y también que algo ocurrirá
en el futuro, como efecto. Éstos son los tres aspectos de esta ley universal de
causa y efecto que liga a todos los seres vivientes.
Y con estos acontecimientos del
mundo actual se han instalado en nuestras mentes la incertidumbre, la
inseguridad, la desconfianza, el miedo. ¿Qué nos deparará el futuro? Todas
estas cosas se han instalado en la mente de la gente. La pregunta es: ¿Y ahora
qué hacemos?
A continuación delinearemos una propuesta buddhista ante los
acontecimientos del mundo actual.
Aquellos que seguimos el Camino del Buddha,
si en algo somos afortunados, es en que no tenemos que inventar o tratar de
descubrir soluciones nuevas para problemas viejos. Ya contamos con las
herramientas. El Camino del Buddha es un camino antiguo, es un camino bien
probado que ha sido andado desde el comienzo hasta el final por innumerables
seres, incluyendo el mismo Buddha. En esto somos afortunados. Como la enseñanza
existe, como el camino existe, significa que existe una propuesta desde la
perspectiva buddhista a los acontecimientos del mundo actual.
Pienso que la ética buddhista basada
en los Cinco Preceptos, provee un fundamento sólido y un excelente punto de
partida para la solución de nuestros problemas. Los Cinco Preceptos son los
siguientes:
1.
Abstenerse
de matar y dañar seres vivientes, que en su aspecto activo fomenta el amor y
compasión.
2.
Abstenerse
de robar, que en su aspecto activo fomenta el respeto por la propiedad de otros
y la honestidad.
3.
Abstenerse
de conducta sexual incorrecta, que en su aspecto activo fomenta la responsabilidad
en la relación de pareja.
4.
Abstenerse
de lenguaje falso, que en su aspecto activo fomenta la veracidad.
5.
Abstenerse
de consumir alcohol y drogas, que en su aspecto activo fomenta la sobriedad,
atención y vigilancia.
Éstos cinco, más que preceptos buddhistas,
son considerados como reglas universales de conducta. Que estos preceptos sean
considerados como reglas universales de conducta se debe a que los mismos
tienen un fundamento objetivo y trascendental. Este fundamento objetivo y
trascendental es la ley de causa y efecto o la Ley del Kamma. Transgredir estos
preceptos básicos es transgredir esta ley universal, esta ley cósmica, y
transgredir esta ley universal significa dañarnos tanto a nosotros mismos como
a los demás.
De nuestra observación de los dramáticos
acontecimientos del mundo actual, vemos que básicamente todos son
transgresiones de los preceptos básicos. Y no es posible que exista armonía y
paz en el mundo si sus habitantes no observamos estos preceptos.
No obstante, estos preceptos se podrían ver como
prohibiciones, como algo negativo. De hecho, en Occidente hay una tendencia a
no darle el lugar que corresponden, a veces parecen estar relegados como piezas
de museo y no como una ética viviente. Una gran parte de nuestros problemas
desaparecería si la gente adoptara la ética de los preceptos.
El principio de estos preceptos, de
estas reglas universales de conducta, es compararse uno mismo con los demás, es
decir, el respeto a los demás, el respeto a la vida de los demás, el respeto a
la propiedad de los demás, el respeto al derecho que los demás tienen a la
verdad.
El hecho de que el principio de estos preceptos no es la
religión o una autoridad, los hace aptos para que sean adoptados por los seres
humanos independientemente de su religión o ideología. Y esto es
particularmente importante hoy en día, en una sociedad, en un mundo, donde hay
diferentes y muchas veces contradictorios sistemas de creencias, en un mundo
dominado por la secularización y el materialismo.
Lo que se requiere es una ética
global que trascienda las barreras de las religiones y las ideologías, una
ética que esté sustentada en principios objetivos. Y los preceptos satisfacen
esta condición porque están sustentados en la ley universal de causa y efecto.
Si en el mundo se continúa relegando
a la ética y a los preceptos, a una
esfera personal, subjetiva y relativa, difícilmente se resolverán los
problemas. Si relegamos estos preceptos a estas esferas, por ejemplo, es
aceptable matar a otros seres humanos en nombre de una religión, o en nombre de
una ideología; hay guerras justas, y siempre se encontrarán nuevas
"justas" razones para matar, robar, etc.
Entonces, lo que se requiere es
colocar estos preceptos en el lugar que les corresponde: en una esfera
trascendental, objetiva y absoluta. De esta manera, no hay nada más allá de los
mismos; es decir, no hay ninguna justificación, ni humana ni divina, para que
éstos sean transgredidos.
Adoptar estos Cinco Preceptos como modo de vida es lo primero
que deberíamos hacer.
Estos Cinco Preceptos, además de ser considerados como
reglas universales de conducta, representan lo mínimo que un ser humano debería
observar para estar protegido por el Dhamma. Recordemos aquí el significado de
"Dhamma" como aquello que sostiene y evita que uno caiga en estados
de sufrimiento. De hecho, nuestra condición humana está determinada por estos
preceptos. Cuando los transgredimos nos situamos en una condición sub-humana;
tanto en el momento en que los transgredimos como cuando obtenemos los resultados
negativos de estas acciones renaciendo en planos sub-humanos.
Lo expuesto no hace otra cosa que resaltar el papel
preponderante de los preceptos, que el Buddha define en los Textos Canónicos
como acciones de gran generosidad (mahā-dāna) porque mediante la
práctica de los mismos uno está concediendo a los demás ausencia de peligro,
ausencia de miedo, ausencia de temor, ausencia de ansiedad, ausencia de
incertidumbre además de seguridad y confianza. ¿No es acaso esto lo que el
mundo contemporáneo necesita? Si esto es lo que el mundo necesita, entonces
debería observar estos preceptos.
Estos Cinco Preceptos deberían ser nuestra base y punto de
partida, nuestra ética mínima, ya que dichos preceptos regulan nuestra
interacción con otros seres vivientes, poniendo límites a nuestras acciones,
estableciendo aquello que no debemos hacer, aquello de lo que debemos
abstenernos.
Pero hay cosas que deberíamos hacer y cultivar en nuestra
relación con otros seres vivientes. Éste otro aspecto de la ética buddhista
podríamos decir que es el aspecto activo. Aquí no hay límites sino "luz
verde"; aquí se nos dice que hay que desarrollar y cultivar.
Nuestra relación con otros seres vivientes debería estar
guiada por lo que se denomina en pali "Brahma-vihāra", Moradas Sublimes.
Las Moradas Sublimes son: (1) amor benevolente (mettā), (2) compasión
(karunā), (3) regocijo (muditā) y (4) ecuanimidad (upekkhā).
El amor benevolente (mettā) es un deseo genuino por el
bienestar y la felicidad de todos los seres; es amor puro, sin condiciones,
amor libre de la mancha del apego o del deseo, amor sin egoísmo. Ésta es la
primera Morada Sublime. Idealmente el Buddha quisiera que consideráramos a
todos los seres como nuestros hijos queridos.
La compasión (karunā) es aliviar el sufrimiento de los
demás. El objeto de la compasión son aquellos seres que están sufriendo. Ésta
es la segunda morada sublime.
El regocijo (muditā) es la alegría que uno siente
cuando los demás han obtenido éxito; es desear que los demás no se separen de
la prosperidad, del éxito que han obtenido. Ésta es la tercera Morada Sublime.
La ecuanimidad (upekkhā) es la actitud imparcial y
neutra que surge en la mente cuando uno reflexiona que los seres son
propietarios de sus propias acciones. Ésta es la cuarta Morada Sublime.
Supongamos que cada uno de nosotros practicara los Cinco
Preceptos, pero que el resto del mundo no los practicara. En realidad esto no
es una mera suposición, porque de una observación atenta del mundo se desprende
la conclusión de que la mayoría de los seres humanos no siguen estos preceptos.
¿Cuál debería ser nuestra actitud hacia aquellos que no observan los Cinco
Preceptos? ¿Cuál debería ser nuestra actitud hacia aquellos que no practican el
Dhamma?
La respuesta del Buddha con relación a estas preguntas es
muy clara: No deberíamos dejar que nuestras mentes sean afectadas, no
deberíamos reaccionar con lenguaje inadecuado; deberíamos desarrollar una mente
con compasión, con amor benevolente, sin odio, sin resentimiento, sin mala
voluntad. Más adelante, el Buddha dice que esto será para el bienestar y
felicidad, por mucho tiempo, para la persona que lo practica.
Entonces, la práctica de las Moradas Sublimes es algo que
deberíamos desarrollar asiduamente en nuestra relación con otros seres vivientes.
Mientras nosotros mismos estamos protegidos por los Cinco Preceptos y mientras
nosotros protegemos a los demás mediante los Cinco Preceptos, también
cultivamos estas Moradas Sublimes en nuestra relación con los demás seres
vivientes, ya sea que estos otros seres vivientes practiquen o no practiquen el
Dhamma Sublime del Buddha.
Estas cuatro Moradas Sublimes, igual que los preceptos,
satisfacen el requisito de una ética global, una ética universal, una ética que
trasciende las barreras creadas por los seres humanos.
Las Moradas Sublimes, como la compasión y el amor
benevolente, se denominan "ilimitados" (appamaññā) o
"inmensurables" porque se deben desarrollar hacia todos los seres
vivientes sin distinción. Esto es realmente importante porque nosotros que
hemos tomado refugio en las Tres Joyas, Buddha, Dhamma y Sangha, cuando
practicamos estas Moradas Sublimes no distinguimos entre buddhistas y no
buddhistas. La práctica de estas Moradas Sublimes une a la humanidad a través
de sus mejores cualidades. La práctica de estas Moradas Sublimes establece el mejor
vínculo entre todos los seres, un vínculo que trasciende todas nuestras
diferencias. Esto debería ser motivo de reflexión. ¿Qué vínculo es mejor? ¿El
vínculo que nos une con aquellos que comparten nuestra ideología y nos separa y
divide de los que no la comparten? ¿O el vínculo de las Moradas Sublimes? ¿El
vínculo que nos subyuga al ciclo del renacimientos? ¿O el vínculo que nos lleva
más allá del ciclo de renacimientos?
Cuando alojamos a nuestra mente en la morada de la compasión
o en la morada del amor benevolente o cuando alojamos a nuestra mente en la
morada del regocijo o en la morada de la ecuanimidad, estamos rompiendo las
diferencias, estamos rompiendo las barreras que nos dividen, y de esta manera
no sólo estamos satisfaciendo sino también trascendiendo nuestra humanidad, nos
estamos colocando en un plano superior. Es por esta razón que las Moradas
Sublimes se denominan en pali "Brahma-vihāra", las moradas de
los Brahmas, de seres superiores.
Es así como nosotros que hemos tomado refugio en las Tres
Joyas, deberíamos hacer frente y responder a los acontecimientos del mundo
actual, mediante la observancia de los Cinco Preceptos y el cultivo de las
cuatro moradas sublimes: amor benevolente (mettā), compasión
(karunā), regocijo (muditā) y ecuanimidad (upekkhā).
Al comienzo de esta plática hablamos de la interdependencia
y condicionalidad de todo lo que existe en el universo. Mencionamos, por
ejemplo, cómo las malas acciones de un pequeño grupo de individuos han tenido
repercusiones globales. Pues bien y para bien, esta ley universal de
interdependencia funciona en ambos sentidos. Las buenas acciones, aunque a
veces sean silenciosas y pasen desapercibidas, aunque no aparezcan como
noticias en los medios de comunicación masiva, también tienen repercusiones
globales, y en este caso, para el bienestar y la felicidad de todos los seres.
Si como dijimos, el aleteo de una mariposa en China tiene
efectos sobre lo que ocurre, digamos, aquí en México, cuanto más la práctica de
los preceptos y de las Moradas Sublimes de uno que está en México tendrá sobre
lo que ocurre, digamos, en el Medio Oriente. Entonces, tengamos esto en cuenta
cuando después recitemos el Metta Sutta para la paz en el mundo.
Con respecto a la interdependencia, uno debería establecer
una relación de amor benevolente e inofensividad hacia todos los seres, como
dice el Buddha en el Metta Sutta: "Que nadie dañe a otro en ningún lugar.
Que todos los seres estén felices y seguros. Que estén felices en sus
corazones".
Otro punto que se tocó al comienzo de esta plática fue
acerca del aspecto central de la mente. El Buddha dice que de todas las cosas
en el mundo, aquella con mayor poder de influenciar para bien o para mal es la
mente. Y como se explicó, esto se debe a que la mente es el origen de nuestras
acciones físicas y verbales. De aquí la importancia del cultivo de la mente en
el buddhismo a través de la práctica de la meditación. En el Dhammapada, el
Buddha dice que una mente mal dirigida le produce a uno más daño que un enemigo
y que una mente bien dirigida le produce a uno más beneficio que padres y
familiares.
La mente es el líder y el mundo está dirigido por la mente.
Todo esto nos dice el Buddha en los Textos Canónicos. Este poderoso instrumento
que es la mente, primero tiene que ser controlado y después, desarrollado por
medio de la meditación de tranquilidad y la meditación de introspección.
No obstante esto y a pesar de
nuestras buenas acciones y buena voluntad, es posible que la situación en el
mundo no mejore. Aun así la actitud buddhista ante los acontecimientos del
mundo actual, nuestra responsabilidad como practicantes de la Enseñanza del
Buddha, es transformar al mundo a través de la transformación de nosotros
mismos.
Además, el deseo de un practicante buddhista debería ser que
todos los seres realicen acciones meritorias, porque la acumulación de buenas
acciones conduce a la felicidad. Esto es más importante. Esto es lo que debemos
hacer.
La práctica
de los Preceptos, la práctica de las Moradas Sublimes, la práctica de la
meditación, es el antiguo camino, es el camino claramente señalado por el
Buddha cuando dice: "uno debería conquistar el odio con el amor, uno
debería conquistar el mal con el bien, uno debería conquistar la mezquindad con
la generosidad y la mentira con la verdad".
* * * * *
* "¿Y ahora, qué hacemos? La Conducta Buddhista
ante los Acontecimientos del Mundo Actual". Conferencia impartida con
motivo del Tercer Encuentro de la Comunidad Buddhista de México en la Ciudad de
México el 26 de abril del 2002. Un especial agradecimiento a Rutty Bessoudo y
Alina Morales de Galindo por editar el material de la conferencia. La fuente
usada es "Times New Roman" que contiene algunas de las marcas
diacríticas de la Lengua Pali; las demás marcas diacríticas no disponibles en
esta fuente han sido reemplazadas con letras normales. Este material puede ser
reproducido para uso personal, puede ser distribuido sólo en forma gratuita.
©CMBT 2002. Última revisión lunes 20 de mayo de 2002. Publicaciones Fondo
Dhamma Dana.
[1] Diosa Greco-romana que personificaba el azar y la mudanza de las cosas;
se la representaba con los ojos vendados, sobre una bola o una rueda con alas y
sosteniendo el cuerno de la abundancia (Diccionario de Uso del Español, vol. i
1331).